domingo, 12 de agosto de 2012

Soy un Alien *-*



Me he dado cuenta con el tiempo que soy ese tipo de personas que se calla en los momentos indebidos, que tiene muchas cosas que decir, pero por el hecho de no pensar antes de actuar, cuando es guiada por su áspero orgullo  deja la embarrada en todos lados.

Soy ese tipo de mujer que no se considera del todo una dama, que ama la feminidad aunque en exceso se convierta en una mezcla extraña de arrogancia e hipocresía, todo a su debido nivel, ya que por ser una señorita no voy a dejar de caminar en el barro cuando un amigo necesite que camine con él.

Tengo manías que todos odian, me gusta la ropa holgada y los días de lluvia son una cita seductora con un libro, un guatero, un café y una frazada. Soy amiga del silencio, pero no su esclava. Soy desesperante y por momentos irritante.

Creo mundos paralelos para sobrevivir a la realidad, como el mundo de “Maybe” o “La Conspiración del País de las Maravillas”, de los cuales nadie jamás ha leído, pero espero que después que muera lo publique alguna editorial conocida.

Amo leer, amo sumergirme en una fantasía que ha inventado otra persona escrita con tinta en páginas blancas, suelo ser esclava de los libros cuando por momentos pierdo las esperanzas de que mis problemas no mejorarán o cuando no quiero ver la realidad, ya que simplemente es algo incoloro que carece de momentos felices.

Sí, todos dicen que estoy loca, quizás sea verdad, pero aun no me diagnostican nada, aunque se que eso pasará tarde o temprano, aun tengo tiempo para retratar una parte de todas las ideas que tengo en la cabeza.

Tengo una voz interior que jamás se queda callada, y que habla sin parar, sueña, ríe y experimenta con ideas que me llevarían a cavar mi propia tumba si es que los involucrados las supiesen de alguna manera, pero normalmente lo que pienso no sale por mi boca, se va derecho al papel sin censuras ni ediciones.

¿Que si soy feliz? Pues esa es una pregunta tonta. Mi respuesta es sí. Mi teoría de la felicidad, que radica desde el 2009  en un cuaderno andrajoso que está perdido en alguna parte de mi habitación junto a otros tres, trata de que la felicidad es todo, la felicidad es la vida, son caídas, la felicidad es levantarse y seguir caminando, es no esperar nada para recibir sorpresas o esperar cosas para recibir siempre lo que no se espera. La felicidad es seguir vivo y creer en uno mismo, para así poder seguir en esta carrera que llamamos “el existir”.

Supongo que en una vida anterior fui un pájaro que daba vueltas, un observador por excelencia o quizás un espía del gobierno, se supone que en esta parte ustedes dicen “OMG! Es verdad”.

Me gustan los días de playa, pero en Lipimavida. Me encanta esa combinación exacta de campo y mar, donde para mi, las únicas preocupaciones eran caminar en busca de inspiración y escribir todo lo posible, esa es vida.

No soy perfecta, pero me gusta como soy. Muchas personas no me simpatizan, aunque cuesta mucho que pase eso y se por fuentes muy cercanas, que mi manera de ser es detestada por muchos. Reconozco que antes pensaba que eso era importante, pero cuando ya maduré un poco, me percate de que eso es lo que menos interesa. Así que si estás leyendo esto y te caigo mal, maní.

Muchas veces he dudado de que sea un humano común y silvestre, a lo mejor soy un alien y vengo a salvar la tierra de la contaminación y el calentamiento global *--*   

domingo, 5 de agosto de 2012

Cambios.



El tiempo siempre pasa frente a nuestros propios ojos, lamentablemente los míos siempre están cerrados a las cosas que me rodean. Creo que soy ese tipo de persona que primero camino y después mira las cosas que han acontecido, que muchas veces habla y después piensa, que siempre está observando los detalles, pero jamás echo una ojeada a mi propia vida.


Ayer me di cuenta que casi todas las cosas están basadas en cambios. Me pregunté si era acaso la gente la que cambiaba o eramos nosotros mismos, pero no encontré ninguna respuesta coherente, es obvio que todos cometemos errores y que las dos partes cambian de acuerdo a las experiencias que vivimos, pero a qué llega ese punto, es decir, uno jamás termina de conocer a la gente y eso no quiere decir que no podamos hacer amigos. A veces la gente nos decepciona y creo que ese es el caso,  pero eso pasa por esperar mucho, por confiar demasiado y creer que todo el mundo es bueno.

Los años van pasando y cada ves siento más que los amigos son menos, no porque me lleve mal con todas las personas que conozco, porque debo reconocer que detesto eso, si no que es el hecho de que me doy cuenta que las promesas de la infancia fueron solo promesas de la infancia y nadie sabía lo que realmente hacía. ¿Es entonces que yo estaré cambiando?  Tomando en cuenta que este año termino el colegio, que cumplo 18 y millones de cosas más, supongo que si, supongo que también estoy  cambiando, es solo esa sensación de mirarse al espejo y observar con delicadeza los detalles, de ver que quizás he crecido, que he tomado decisiones y caminos distintos, que estoy construyendo mi sendero, que estoy mirando hacia el futuro porque las cosas de atrás son tan solo simples recuerdos que no se pueden cambiar. Por eso hoy es un día diferente, porque hoy me di el valor de detenerme, mirar el espejo, cerrar los ojos, estar sola y observar mis aciertos, esos momentos felices, como también mis errores y los momentos en los cuales una lágrima no era suficiente para curar el dolor del alma, solo hacía falta tiempo porque eso era suficiente para cicatrizar. Recordé a toda la gente que se ha ido y a todas esas personas que se han quedado, me sorprende de que hayan tantas cosas de las cuales no me he olvidado, tantos momento vívidos, sensaciones y sueños. ¿Por qué debería estar triste? Si mi vida no es perfecta, pero siempre intento mejorar en lo que más puedo, de hecho, estoy feliz, porque las amenazas y debilidades siempre me han hecho crecer, las lejanías me hacen querer estar más cerca, los sueños me hacen querer llegar hechos, que mis ataduras y problemas son mis propias limitaciones contra las cuales lucho cada vez que puedo.

He aprendido muchas cosas estos últimos años y juro que nunca me cansaré de aprender, porque los más maravilloso de este mundo es todas las cosas que tiene, los secretos que guarda, todo lo que podemos encontrar, decidí triunfar porque ese será mi camino, aunque a veces se vea lejano. He aprendido que todos cambiamos, que algunas personas llegan a tu vida por una razón, que no tengo que buscar mi lugar en el mundo porque mi lugar soy yo misma, que las personas que realmente quieres las llevas contigo a todos lados porque  están en tu corazón. 


Decidí Triunfar


Y así después de esperar tanto, un dí­a como cualquier otro decidí­ triunfar…
decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas,
decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución,
decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis,
decidí ver cada noche como un misterio a resolver,
decidí ver cada dí­a como una nueva oportunidad de ser feliz.



Aquel día descubrí­ que mi único rival no eran más que mis propias debilidades,
y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos,
Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar,
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui,
Me dejó de importar quién ganara o perdiera,
ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.

Aprendí que lo difí­cil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendí­ que el mejor triunfo que puedo tener,
es tener el derecho de llamar a alguien “Amigo”.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento,
“el amor es una filosofía de vida”.

Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados
y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente.
Aprendí que de nada sirve ser luz
si no vas a iluminar el camino de los demás.

Aquel día decidí­ cambiar tantas cosas……….
Aquel dí­a aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad,
desde aquel día ya no duermo para descansar………
ahora simplemente duermo para soñar

Walt Disney



sábado, 4 de agosto de 2012

Dos Gatos




   Hay dos gatos sobre el techo poniendo peso a mi tejado rojo; uno mira al vacío, remueve el pasado lleno de recuerdos, quimeras de momentos de porcelana, perdido en ensoñaciones de un tiempo que jamás volvería porque todos sabíamos en esos momentos que ni la mejor magia puede hacerlo retroceder. Sus grandes ojos perdidos en el cielo lo hacen ver inerme, ni con la más nimia gota de maldad en sus facciones gatunas. 

   Aferrándose a mi tejado con cada una de sus patas llenas de miedo, congelado tras la nube que se posa en el cielo, que por lo visto, hoy tiene la agonía de un último beso; ese cielo teñido de grises, depresivo, queriendo llorar por plegarias injustas. El gato por su parte, jugando con el timo de sus ocho vidas, lame su pata derecha tratando de cicatrizar, intentando decidir si cobrar o no el final de su noveno y último respiro.

   En el costado derecho, el segundo gato estático y negro  clavó su mirada más concentrada en mi, sus ojos azules me hicieron trizas la mente y se quedaron allí perturbando mis sueños, me miraba sin vacilar ni un segundo, queriendo hacerme plañir mis propias palabras hasta malograr mis planes, suscitando un caos en mis pensamientos, quizás porque no es común que un felino en el techo te mire desde las alturas con esa perspicacia propia de los humanos; agarrado a cuatro patas de la última teja de la derecha, logra volverse pernicioso contra mi, eximiéndome de cualquier otro pensamiento que hubiese en mi mente, carcomiéndome, arrastrando lesivas arrogancias, fantasmas que me atacaban cuando cerraba los ojos para pestañear.

   El felino opaco de ojos brillantes ahogó mis deseos en su estado maquinal de estatua que tanto me saca de quicio, logrando apabullar mi alma corrompida por su arrogancia.

   Gato vanidoso que clavas tu aprecio en mis venas, que me haces sentir animal como tu humanidad, si, aquella humanidad que expira de tus ojos.



   Por unos segundos que pasaron logré saciarme de aquella fuerza mental que me retuvo y con  la primera gota de lluvia huyó escondiéndose tras la ladera; mientras el primer felino descansó perdido en si mismo sin importarle las gotas que el cielo desataba de su tristeza.